lunes, 6 de octubre de 2014

VUELTAS...

A PESAR DEL TIEMPO, LA DISTANCIA, EL DESTINO Y LOS SUEÑOS...
SOLO NOSOTROS SABEMOS EL AMOR QUE HAY EN ESAS MIRADAS... 




VAIVEN

Vaivén
Vení a dormir conmigo:
no haremos el amor, él nos hará.
Julio Cortázar 

Como casi siempre, al descubrirse, el desnudo y la desnuda se asombran de sus desnudeces. Como casi siempre, éstas son mejores que las de la memoria. Por supuesto, son jóvenes. Él es el primero en quebrar el encantamiento y la inercia. Sus manos se ahuecan para buscar y encontrar los pechos de ella, que al mero contacto lucen, se renuevan. Entonces, acariciando persuasivamente entre índice y pulgar los extremos radiantes, él dice o piensa: “No es que carezca de sentido de culpa, pero la verdad es que no me atormento. Las sensaciones vienen y se van, son aves migratorias, y cuando vuelven, si vuelven, ya no son las mismas. Se fueron frescas, espontáneas, recién nacidas, y regresan maduras, inevitablemente programadas. Entonces, ¿A qué ahogarse en el deber? El deber, al igual que el dolor (¿o será otra filial del dolor?), es un cepo. Esto hay que saberlo de una vez para siempre, si queremos que su gesto amargo, rencoroso, no nos sorprenda o nos frustre”.

El niño, calato como un ángel pero sin alas, inocente de su propia inocencia, camina por la playa desierta y madrugona, hundiendo cautelosamente sus pies, todavía rosados, todavía fríos, en esa cambiante frontera que separa la arena de la olita. Descubre un tibio placer en ese gesto neutro, misterioso, que lame sus tobillos. No reflexiona. Simplemente disfruta. El mar no tiene para él ni pasado ni futuro. Es tan solo una lengüeta que viene a acariciarlo, a darle la bienvenida. Y él corresponde y sonríe, a veces hasta ríe con breves carcajadas. En realidad, juega consigo mismo y con el mar. Y todavía no sabe que éste no se entera, todavía ignora que el mar es de una indiferencia insoportable, que el mar es la única tumba móvil, que el mar es la muerte en estado de pureza. En ese punto, el niño se detiene y ve a la niña.


Las colonizadoras manos de ella acarician la colonizada espalda de él, y empiezan a invadirlo, a abrazarlo, a tenerlo. Entonces ella dice o piensa: “Todo eso lo sé. Y sin embargo, en mí hay una vocación de permanencia, que , por otra parte, nunca he visto cumplida. Es obvio que el futuro está lleno de amenazas, de riesgos, de inseguridades, pero yo creo (de creer en y de crear), para mi uso personal, un cielo despejado. De lo contrario, el goce se me gasta antes de tiempo. Vos te aferrás al instante, ése es tu estilo. Mi instante, en cambio, quiere ser prólogo de otro, aunque lo más probable es que luego ese otro instante no comparezca. Algo o alguien puede matar mi futuro, pero quiero que sepas que mi futuro no es suicida”.



Lejos, en términos infantiles, pero bastante cerca en cualesquiera otros, la niña calata como otro ángel pero también sin alas, viene a su encuentro por la arena que aquí y allá se alza y vuela gracias al aire matinal y marino. No se atreve todavía a pisar el agua, sólo permite que la arena livianísima suba y baje por entre los finos dedos de sus pies brevísimos. Allá arriba, entre pinos y eucaliptus, están las casas de los padres, los tíos, los adultos en fin, que todavía se reponen de la fiesta de anoche. Al igual que el niño, tampoco ella reflexiona. Apenas si siente una repentina curiosidad por esa imagen rosácea que se acerca (o tal vez es ella la que se va acercando, ¿o serán ambos?) y le vienen ganas de hacerle una señal, un saludo, un signo. La niña abre los brazos y ve que la imagen rosácea también abre los suyos. Entonces se forma en sus labios una sonrisa primaria, en soledad, tan espontánea como autosatisfecha.

Ahora la boca del hombre se ha detenido en la oreja de ella y opta por pensar o decir: “¿Sabés una cosa? Tu oreja no siempre está desnuda. Sólo lo está cuando vos lo estás. Me gusta tu oreja desnuda, tal vez como una consecuencia de que me gustás así, como estás ahora. Después de todo, tenés razón: el instante es mi estilo. Es allí que lo juego todo. No ahorro disfrutes para vivir de esa renta en la tercera edad. Beso tu oreja como si nunca hubiera besado otra oreja. Por eso tu oído escucha estas palabras que nunca escuchó antes. Ni dije o pensé antes. El amor no es repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su propio ritual. Es, cómo podría explicarte, un puño de vida. El amor no es repetición”.

El niño y la niña se han ido acercando y se detienen cuando apenas un metro los separa. O ya no. Porque la niña avanza una mano hasta posarla en el hombro del niño, y nota que es un poco más alto que el hombro de ella. “¿Cómo te llamás?”, dice él para de alguna manera expresar el gusto que le da aquel contacto. “Claudia, ¿y vos?” “Marcos.” Él consigue suficiente coraje como para que su brazo derecho también avance hacia el brazo izquierdo de Claudia. “¿Siempre venís a la playa?”, pregunta él. “No, pero desde ahora vendré todos los días.” Marcos siente que está conmovido y Claudia ve que él se sonroja. También ella se sonroja, pero por solidaridad. Durante la pausa, ambos se miran en lo que son y en lo que difieren. Claudia dice, todavía inocente de su propia inocencia: “¿Qué tenés ahí”. Y se lo toca. Es un contacto leve, pero Marcos experimenta la primera alegría importante de sus seis años de vida.

La mujer mueve la cabeza hasta que sus labios rozan los de él y entonces dice o piensa: “Ya lo ves, has repetido que no es repetición. Y eso quiere decir algo. Digamos que es y no es. Todo es verdad. A mí, por ejemplo, me gusta repetir el amor, aunque reconozco que cada fase tiene un final distinto, una bisagra original que la una con la fase que vendrá. La repetición está en el comienzo y es como un eco, un recordatorio de la piel. A mí siempre me enternece recordar tu piel, pero sobre todo que tu piel me recuerde tu piel. No tengas miedo, en el amor (al menos, en mi amor) la repetición no se vuelve rutina. El acto mecánico, físico, puede (o no) ser igual o semejante, pero tu cuerpo y mi cuerpo nunca son los mismos. El sexo que hoy vas a ofrecerme no es el mismo del sábado pasado ni será, estoy segura, el del próximo martes, y el surco mío que lo reciba tampoco es ni será el mismo. El amor es y no es repetición”.

El veterano ha tenido un sueño frágil y bastante más joven que sus años reales. Mira el reloj en la mesa de noche y son las tres de la madrugada. A su lado la veterana duerme y sonríe, y es una sonrisa que él no le ve desde hace tiempo. El calor se introduce a través de las persianas. También entra el ruido de la discoteca de la planta baja. El veterano aprovecha el oasis del insomnio para evaluar su propia desnudez. Las várices lo insultan y él se resigna. Las articulaciones se quejan y él qusiera aceitarlas, pero ya no viene aceite para tales bisagras. A su derecha, la sábana de ella se ha deslizado al piso y él tiene ocasión de comprender una vez más ese cuerpo conocido y contiguo. Ella eleva un brazo para apoyar o medir su propia cabeza y el mechón canoso se confunde con la blancura de la almohada. Él acerca su mano, sin tocarla aún, y ella permanece inmóvil, con los ojos cerrados, despierta. Él retira su mano. Allá abajo, la discoteca es como otro reloj: marca el tiempo, lo desvela y revela.

Él se aparta un poco para mejor unirse, o sea para que sus manos, y de a ratos sus labios, puedan ir recorriendo colinas y hondonadas, rincones y llanuras. La piel de ella alternativamente se eriza o se abandona, en tanto que allá arriba la boca se entreabre y los ojos comienzan a cerrarse. Entonces él piensa o dice: “¿Cómo voy a programar o a calcular el amor de mañana o pasado, si tengo aquí esta concreta recompensa (o castigo) que sos vos, hoy? No te engaño si en este momento te confieso que te quiero toda, cuerpo y alma y alrededores, pero ¿para qué voy a hacerle descuentos a este deleite pronosticando qué sentiré el martes o el jueves? Si aparto mi mirada de tu vientre húmedo y contemplo allá enfrente el muro blanco, o más allá, si trato de vislumbrar el tallado infinito, me encontraré inexorablemente con esa última viga que es la muerte, y ésta es, por definición, el no amor. ¿Cómo no preferir mirarte a vos, que sos la vida o por lo menos una de sus más incitantes imitaciones?”

La veterana siente que algo o alguien se inmiscuye en su sueño y entonces se dispone trabajosamente a abrir sus ojos. Allí, a su izquierda, está la mirada de él. Le pregunta si no puede dormir, y él responde que sí puede pero no quiere. Ella comenta que, para la estación, ésta es una noche demasiado calurosa y que el ruido de abajo parece inacabable. Él asiente y luego dice: "Mañana se sumplen veintiocho años, ¿Te acordás?". Ella no hace comentarios, salvo con el ceño, que se encoge y se estira, vaya a saber por qué. Él inicia otro lento recorrido con su brazo. Ella no lo mira pero intuye que el brazo está viniendo. Cuando éste se detiene a pocos centímetros de su rostro, ella acerca su cabeza hasta lograr que su mejilla descanse sobre la palma que se ofrece. 




Hay un silencio cálido, inexpugnable, que envuelve los dos cuerpos. De pronto, el hombre decide apoyar su oído sobre el poderoso ombligo de la mujer. Es como si a través del omphalos, esa cicatriz genérica, esa boca muda, la mujer murmurara o vibrara en el oído del hombre: “Quisiera tenerte siempre, pero me resigno a tenerte hoy. Quizás la diferencia resida en que mientras tu goce es explosivo, fulgurante, el mío, que acaso es más profundo, tiene ojeras de melancolía. No puedo evitar prever desde ahora, junto al buen azar de tenerte, el anticipo de la nostalgia que sentiré cuando no estés. Ya lo sé. Demasiado lo sé. Todo está claro. Todo estuvo claro desde el vamos. Pero que me resigne no incluye que te mienta. Y esto que yo, ombligo, dejo en vos, oído, es para que alguna vez te zumbe y al menos te preguntes qué será ese zumbido.

El veterano siente el otro cuerpo. No como antes, poro a poro, pero lo siente. Ambos saben de memoria qué cuenca de ella se corresponde con qué altozano de él. Encajan uno en otra, otro en una, como si conformaran un paisaje clásico, de postal o museo. Sólo que antes eran paisajes del último Van Gogh y ahora son del primer Ruysdael. Él demora en encenderse y ella lo sabe pero no se impacienta. El mensaje de la discoteca se filtra implacable por entre las persianas. La humedad de la madrugada los remite a otros otoños. Él sabe que aquí no vale rememorar la pasión como quien recorre un viejo códice. Pero esa misma distancia lo conmueve y percibe por fin que esa filtrada emoción es la legataria, la penúltima Thule, el corolario normal de la pasión antigua. Sólo entonces se siente crecer. Sólo entonces ella siente que él crece.

Ni el desnudo, ni la desnuda oyen campanas. Eso pasaba antes, en las fábulas familiares de las abuelas o, más cándidamente, en alguna marchita película de Burgess Meredith. Estos de ahora escuchan truenos lejanísimos, bocinas de ansiedad, ambulancias que aúllan, rock en ondas, y más confidencialmente, labios que se disfrutan, comunión de salivas. La mujer se estira en toda la extensión de su piel sabrosa, abre brazos y piernas, tal como si se desperezara pero más bien perezándose. Siente que la boca del hombre va ascendiendo a su boca y cuando por fin cada lengua se encuentra con su prójima, ambas proponen o resuelven o gimen: "Qué importa si es o no repetición, qué importa si es prólogo o desenlace. Estamos. Somos. Una y uno. Dejemos que la muerte nos odie desde lejos. Desde muy lejos. Somos. Estamos. Tan cerca de vos que soy vos. Tan cerca de mí que sos yo. Una + uno = une." Se unen, pues. El mundo queda fuera, con sus culpas, sus deberes, sus ropas. El desnudo y la desnuda son únicos testigos del amor sin testigos. Uno sobre otra, o viceversa, la humedad de sus vientres es de ambos. Los cuerpos (esos futuros, inevitables proveedores de ceniza) borran de un placerazo sus condenas y también se reconocen y trabajan. Trabajan y se gozan, únicos en el mundo, por fortuna olvidados. Entonces ella piensa o grita: "Vení", y él canta o piensa: "Voy". Y así, poco a poco (y al final, mucho a mucho) se ensimisma y celebra, se alucina y consuma el va-i-vén.



Mario Benedetti - Despistes y Franquezas.

domingo, 10 de febrero de 2013

jueves, 3 de enero de 2013

365 Nuevas Oportunidades, Feliz Año!!!

Para comenzar este año, quiero compartir una nota que lei en una revista y me gusto bastante...
de la editora: Carina Etchegaray

Al Otro Lado Del Rio

Si bien sabemos que son nesarios, que nos permiten evolucionar y crecer, los cambios nos cuestan, porque nos obligan a corrernos de lo que conocemos - la zona de confort - para tener que enfrentarnos, justamente, a lo desconocido, a lo nuevo. Yesto nos sucede no solo en las grandes decisiones, esas que pueden cambiar en verdad el rumbo por el que veniamos, sino tambien en lo mas pequeño.

¿No te pasa que preferis elegir todos los dias el mismo camino para ir al trabajo o para llevar a los chicos a la escuela en vez de innovar? Es que lo conocido nos da seguridad y contencion, nos brinda la sensacion de todo esta en orden, cada pieza en su lugar.

Pero, al mismo tiempo, eso de quedarnos parados en la misma baldosa, dias tras dia, inmoviles, no nos permite disfrutar de un mundo nuevo que esta a nuestro alcance. Tanto que, cuando por fin nos animamos y saltamos a la siguiente baldosa, nos preguntamos porque no lo hicimos antes y nos damos cuenta de todo lo que nos perdimos.

La buena noticia es que siempre estamos a tiempo de cambiar, de crecer, de evolucionar. Podriamos decir que, si nos predisponemos, el proceso se desarrolla de un modo natual, como sucede con la mariposa, que comienza siendo un gusano lento y con poco desplazamiento para luego liberarse y regalarnos su vuelo liviano, lleno de color y belleza.

El esfuerzo, las ganas y la decision nos enseñan el camjino. Despues de todo ¿que nos puede pasar si las cosas no salen del todo bien? Aceptar que nos podemos equivocar como parte del proceso - en realidad como parte de la vida - es la llave para tranquilizarnos, quitarnos la mochila de la perfeccion y permitirnos, como dice la cancion de Jorge Drexler, remar y remar hasta llegar a ver la luz de lo nuevo, al otro lado del rio.

miércoles, 7 de marzo de 2012

MAÑANA 8 DE MARZO...

Conmemora la lucha de las mujeres por la igualdad, la libertad, el trabajo digno, la salud, derechos sexuales, politicos, sociales y culturales.
Muchas conquistas se han logrado hasta la fecha, pero aun las religiones dogmaticas siguen siendo el principal obstaculo a la liberacion de la mujer.
TODAVIA EXISTE LA VIOLENCIA DE GENERO, LA EXPLOTACION, TRATA DE BLANCAS, EL SILENCIO....
QUE ESTO SE TERMINE!!!

A NO BAJAR LOS BRAZOS!!!!
Y SEGUIR LUCHANDO MUJERES!!!!

martes, 31 de enero de 2012

Algunos Dias...

Algunos días me siento a observar al mundo y me detengo a pensar, a replantearme cosas, a mirar detenidamente aquello que tanto no me gusta.


Y me veo, y veo a los días pasar cada vez mas rápido como si el reloj tuviera algún tipo de aceleración extraordinaria que me deja perpleja, y en un parpadeo todo cambia.
En cámara lenta todo se ve distinto, cada detalle… uno puede detenerse en cada movimiento, cada acto, cada situación.
Y un incesante desequilibrio en el sistema nervioso, se apodera de mí, por no cumplir con esas expectativas de vida que tenia.
Me siento desconforme y esa emoción va invadiendo por completo mis estados de ánimo, y no solo los estados de ánimo, sino todo mi ser.
Las dificultades que se presentan para avanzar son interminables, y en ocasiones como esta, una no tiene la suficiente fuerza para afrontarlas.
Pensándolo bien…
No todo es desazón en mi vida, tengo momentos felices que comparto con gente que amo y eso hace que siga adelante una y otra vez…
Después de unas horas de ver todo oscuro, veo a lo lejos una luz muy pequeña que me llama y me susurra, que tengo todo en mis manos para ser feliz, y llega la calma; con un profundo agradecimiento de poder estar viviendo estas experiencias…

Y veo a la gente que va y viene, sin apreciar las pequeñas cosas, sin valorar su vida, sin agradecer la oportunidad de vivir.
Corren para un lado y para el otro, y se olvidan del amor; a veces uno piensa que también están perdidos, buscando el camino, buscando el sentido, buscando…

Las apariencias engañan me dijeron un día, una frase muy cierta, y como engañan!
Las personas aparentan ser felices, estar bien, tener todo y en el fondo temores las carcomen, ambiciones las devoran, superficialidades y ansiedades que destruyen el alma.

Y yo sigo soñando que es lo que mejor se hacer, soñar con un mundo mas humano, donde la gente no prejuzga y se ayuda mutuamente, donde no existen las traiciones y las mentiras, soñando con una familia a quien entregarle mi corazón, caminando descalza por la suave arena blanca, riendo a carcajadas, jugando, creando, sigo soñando con tener mi  lugar en este mundito….
Desvariando como solo yo lo se hacer… 

A pesar de que me sienta perdida muchas veces, pienso que nunca hay que rendirse.
Se me enseño a luchar por lo que se quiere, y eso trato de hacer, con toda mi mochila acuestas, con miedos, y altibajos…

Hay un solo momento en que yo me olvido de todo y me siento invencible  y es cuando nos abrazamos

 Si,


En tus brazos soy feliz! (seria tan feliz...)

martes, 13 de diciembre de 2011

Me Pase la Vida Imaginandote ♥

Estando tan cerca y a la ves tan lejos...

Cegada por las luces,
Entre historias y anectotas,
Caminando las mismas veredas,
Te vi diferente,
Ni mas lindo ni mas bueno,
Diferente...
Simplemente nuestros ojos comenzaron a brillar,
sensaciones inesperadas que nacian,
en una parte mia y en una parte tuya,
y los dos soñandolo,
con dudas y miedos
Decidimos jugar,
Al juego que tantos temen.
Con un beso comprendimos
Que en un abrir y cerrar de ojos
Todo cambio.
Te vi diferente…
Ni mas lindo ni mas bueno
Diferente.
Y conociendote o sin conocerte,
Pude darme cuenta
Que hace tiempo

Te amaba…